Fragilidad

Cada segundo de los días de dos años y un mes sin poder salir de una situación impensable. El detective necesita que primer actúe la policía. La policía que sin informes, para que. Cuando vino el del informe se oyeron obras de martillazos y taladros durante una hora aproximadamente el día antes y dos días después. A quien se lo cuentas no es capaz de procesar una historia así. Y solo queda continuar.

Hay una diferencia, respecto a todas las demás. Algo que no se entiende, que no acaba de quedar claro, porque su dimensión viene demasiado grande para asumir que pueda estar siendo así.

ES JUSTO ASÍ.

Existen muchos tipos de victimas. No sé si se podrá decir esto así, pero no he leído nada aun que me haga escribirlo de otra forma (lo corregiré dado el caso).

El proceso que sufre la víctima tiene dos momentos (rangos de tiempo): cuando ocurre y el posterior.

En este caso, ocurre a cada segundo del día, todos los días, todos los años, con un deterioro de la salud diario que parece un juego estudiado con el cuerpo humano porque todos los daños se curan muy rápido. Daños que si se producen en la parte derecha del cuerpo, son producidos en la izquierda posteriormente. Y vuelta a la derecha. Con molestias en zonas como el hígado, corazón, zona de apoyo de la bicicleta cuando escribes sobre ello, duermes de más por el cansancio extremo o simplemente te pones a ver la tele.

Porque ya nunca más ocurrirá tumbarse a hacer ocio sin sentir molestia, daño o una tortura en toda regla verdaderamente insufrible. Y todo esto sumado a las diferentes producidas en la cabeza y las diferentes invasiones a «la intimidad».

Ya van dos años y un mes. Y todo ese tiempo, siendo casa segundo del día, da para darse cuenta de lo que sí es, lo que no es… cometiendo muchos errores por el camino, claro está.

Y una de las cosas es lo frágil que es una persona en su casa ante algo así. Para empezar, porque necesitas dormir. Y cuando la sientes en la coronilla, moviéndose ahí, te muevas donde te muevas, vayas donde vayas. Se quita al moverte, pero vuelve al pararte. Porque tiene una consecuencia. Te deja prácticamente sin energía. Vas a necesitar tumbarte, sí o sí.

Y ese pitido constante que parece un tinitus pero es digitalizado, a veces similar a unos grillos pero unas veces con un tono otras con otro. Según sea, puedes llegar a perder el equilibrio por completo. Últimamente lo escucho sentado en el baño, con un tono diferente. Es como si cortase lo que estoy haciendo.

Ahora, por ejemplo, mientras tecleo esto, algo me está taladrando la parte derecha de la cabeza con mucha intensidad. Mareándome. Dándome de nuevo pistas de su dirección y sentido. Ya que de abajo no puede venir. Y van ya más de 100, 200, 500 veces que me hacen esto.

Esto ocurre no precisamente por una visión de fortaleza sino por un estudio finísimo de fragilidad en todos los estamentos de la sociedad.

Y funciona.

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